Del algoritmo no se sale

Crónica emocional de una usuaria en el Fediverso
O cómo llegué buscando libertad y acabé haciendo boost a un gato punk con gafas de sol a las 3AM.

«No estaba aquí para gustar. Estaba aquí para ser.»

I. El Exilio de X

Me fui. No sabía a dónde iba. Solo que no quería seguir ahí.
La red azul ardía, Elon decía cosas raras y mi timeline parecía un experimento de laboratorio emocional.

Llegué al Fediverso con miedo, esperanza y un avatar que no se cargaba bien.

II. El Choque Cronológico

Acostumbrada al algoritmo, me sentí desnuda.
Todo era caótico, hermoso, desordenado… humano.
No sabía qué leer. No sabía a quién seguir. Y eso, extrañamente, me gustó.

III. La Soledad Inicial

Durante días, hablaba al vacío. Tres boosts. Un favorito.
Uno de ellos era un bot que decía «beep boop». Le respondí. Me contestó. Fue mi primer amigo.

IV. El Primer Boost Real

Un día, alguien real compartió un toot mío. Sentí una oleada de emoción absurda. Como si alguien me hubiera dicho: “te vi, y me gustaste”.

No había número. No había algoritmo. Solo un gesto humano.
Nunca olvidé ese boost.

V. El Primer Drama

Un usuario dijo algo. Otro le respondió. De pronto, había hilos cruzados, bloqueos, discusiones de 30 toots.

• La descentralización no elimina el drama.
• El botón de silenciar es una bendición.

En el fondo, seguíamos siendo humanos. Solo que ahora sin algoritmo para taparlo todo.

VI. El Meme como Lenguaje

Un emoji podía ser una declaración de intenciones.
Una imagen pixelada de un perro podía ser una ideología.
Una cadena de shitposts, una sinfonía.

Estaba aprendiendo a hablar Fediverso.

VII. El Encuentro

De pronto, sin darme cuenta, tenía comunidad. Una instancia pequeña, rara, con gente que me decía buenos días y compartía gatos con nombres de filósofos.

Vi proyectos colectivos, debates reales, cuidados digitales.
Y detrás de todo, adminxs voluntarios que moderaban, arreglaban, reiniciaban y seguían sonriendo (o eso creo).

«Los admins no arden. Se descentralizan.»

VIII. El Shock Inverso

Volví un momento a Twitter.
Todo era… ruidoso. Invasivo. Automáticamente emocional.
Me sentí extraña. Me sentí… desposeída.

Nada me pertenecía allí. Todo era impulso. Todo era automático. Volví al Fediverso y suspiré como quien vuelve a casa.

IX. La Revelación

Ya no me importaban las métricas. Me importaba sentirme parte.
No estaba aquí para gustar. Estaba aquí para ser.
Y eso era liberador.

X. La Decisión

Podía irme. Pero no quería.
Este lugar, con todos sus bugs, sus instancias que se caen, sus bots absurdos y sus shitposters militantes…

Es raro. Es libre. Es mío.
Y si estás leyendo esto, tal vez también sea tuyo.