🦝 Diario de una Admin Accidental

Cosas que aprendí siendo admin accidental (y que nadie te cuenta)

Dicen que Internet te lleva por caminos insospechados. Yo lo confirmo.

Un día eres una persona normal —consultora Salesforce, adiestradora canina, superviviente emocional del día a día— y al siguiente… admin de una instancia del Fediverso. Sin oposición, sin entrevista, sin formación previa. Sólo un botón mal clickado y mucho entusiasmo.

Y de repente estás dentro. No hay marcha atrás. Bienvenida al viaje.

Aquí van las cosas que aprendí por el camino.


1. El drama aparece aunque tú no hagas absolutamente nada.

Tú estás a lo tuyo: tu trabajo, tus perros, tus clientes, tu vida. Y un día entras en la instancia y ves eso:

  • un conflicto,
  • un malentendido,
  • un “alguien ha dicho que tú dijiste que otro dijo que…”

Y tú pensando: “Pero si yo solo puse un mastodón bonito en el logo y abrí el registro.”

Aprendes rápido que el drama no lo generas tú. Sólo lo heredas. Como cuando adoptas un perro con historia: no es su culpa… y tampoco es la tuya.


2. La gente te habla como si fueras un cargo público.

Te preguntan cosas, te cuentan cosas, te piden cosas. Pero no desde la calma: desde una mezcla entre buzón de sugerencias y confesionario.

Y tú ahí, revisando tus notificaciones, pensando: “No trabajo en el ayuntamiento, cariño. Sólo quería un sitio sin algoritmo.”

El Fediverso tiene ese don: te convierte en un símbolo sin pedir permiso.


3. Sin querer, te vuelves informática.

Porque sí: yo vengo de Salesforce, de procesos, de flujos, de CRM. Y de educar perros, que al final también es mucho de gestionar emociones. Pero informática… no.

Aun así, un día descubres que sabes:

  • reiniciar cosas sin romperlas (casi siempre),
  • leer mensajes que parecen escritos por HAL 9000,
  • distinguir entre “no funciona” y “tú has tocado algo que no debías”,
  • resolver problemas que ni sabías que existían.

No eres ingeniera, no falta quien te lo recuerde. Pero estás ahí, resolviendo, a base de intuición, documentación y tests de paciencia.

Esos deberían darte créditos universitarios. Deberían. No lo hacen. Pero deberían.


4. Y también te conviertes en psicóloga comunitaria sin convalidación oficial.

Un día entras a revisar notificaciones y de repente te encuentras gestionando:

  • discusiones,
  • malentendidos,
  • egos heridos,
  • expectativas emocionales,
  • personas ofendidas por un sticker,
  • historias que daban para serie de Netflix.

Y tú, que estudiaste adiestramiento canino, descubres que algunas dinámicas humanas se parecen sospechosamente a las de un perro que necesita estructura, límites y descanso.

Te convalidan sin avisarte un máster en comunicación, acompañamiento emocional y contención del caos.


5. Sin querer, te conviertes en la reina del drama accidental.

No porque lo busques, ni porque lo provoques, ni porque formes parte.

Sino porque:

  • tienes una comunidad,
  • tienes criterio propio,
  • tienes voz,
  • y tienes un estilo un poco punk.

Hay personas que ven a una mujer administrando un espacio —tranquila, competente, con criterio propio y un estilo fuera de la plantilla corporativa— y directamente no lo soportan.

No eres suficientemente seria. Ni suficientemente dulce. Ni suficientemente “correcta”.

Tú estás literalmente bebiendo café y contestando mensajes. Ellos están protagonizando un thriller político de tres horas.

Y así, sin mover un dedo, te conviertes en la reina del drama accidental.


6. Aprendes límites a las malas (pero aprendes).

Al principio quieres ayudar a todo el mundo. Luego entiendes:

  • que no tienes obligación de responder al instante,
  • que no eres el soporte emocional del planeta,
  • que puedes decir “no”,
  • que puedes descansar sin sentir culpa.

El primer límite te cuesta. El segundo se siente liberador. El tercero es religión.


7. Lo que te da el Fediverso no se mide en uptime.

Lo técnico se arregla. Los servicios se recuperan. Los backups existen por algo.

Pero lo humano… lo humano es otra cosa.

Un día alguien te escribe:

“Gracias por mantener esto.” “Aquí encontré gente.” “Me hacía falta un sitio así.”

Y ahí recuerdas por qué empezaste. Ahí respiras. Ahí entiendes que no es una instancia: es un hogar compartido.


8. Ser admin accidental te hace mejor persona (aunque a veces te deje sin ganas de socializar).

Te hace más paciente, ingeniosa, observadora, consciente, punk, humana. Y sí: más cansada y con menos tolerancia a la tontería. Pero eso es crecimiento.

Ser admin accidental no es un rol: es una etapa vital. Un bicho raro. Un viaje hacia encontrarte a ti misma entre timelines, café y gifs de mapaches.


🦝 Nunca pedí ser admin… pero aquí estoy, y lo estoy haciendo bien.

Nunca pedí ser admin. Nunca estudié para esto. Salesforce no cubre estas competencias, y mis perros me miran como diciendo: “otra vez con el móvil, humana”.

Pero aquí estoy. Y lo estoy haciendo bien.

Porque he creado un espacio que funciona, que acoge, que conecta. Un lugar donde la gente encuentra compañía, conversación y calma. Un espacio pequeño pero auténtico, sostenido con cariño, ironía y mucha cafeína.

Y en un mundo lleno de ruido, eso es enorme. Me lo recuerdo cada día: lo que hacemos aquí importa.

Así que sí: brindo por nosotras, las admins accidentales. Las que nunca iban a serlo. Las que sostienen comunidades mientras sostienen también su vida. Las que hacen magia sin diploma.

Internet sería un lugar peor sin nosotras. Y lo digo sin pudor.

Escrito entre consultas de Salesforce, sesiones con perros, café frío y cariño sincero.
Ser admin accidental nunca estuvo en mis planes… pero me alegro de estar aquí.

Deja un comentario